Tropezó con un tronco, esa noche no pudo más con la desolación que invadía su alma periódicamente, salió corriendo, no sabía si lo que escuchaba era cierto o un delirio de lo que buscaba en su interior. Perdida en la inmensidad verde, con los ojos empapados y la vista nublada, se decidió a seguir la voz que la llamaba.
Una parte de ella se rehusaba a creer lo que estaba escuchando pero otra sabía perfectamente que era ella, su estrellita milagrosa, la luz de su camino, la más hermosa, la única persona en el mundo que sabía hacerla feliz tan solo con un abrazo.
Caminaba extraviada de ella misma y sin saber donde se estaba metiendo, buscaba desesperada lo que sabía que allí no estaba. Hundida en lagrimas, dejo que un profundo suspiro apagara su solitario corazón, quizá esa fuese la única manera de llegar hacia aquella dulce voz.





