Se llama tu nombre y a diario me atormenta.
Sos vos y tu fantasma que se instalaron en mi vida y no me dejan en paz.
Es la tranquilidad de no volver a sufrir que perdí cuando me revolucionaste. Son los sueños que vi vivir y morir entre mis labios y los tuyos.
Y si no es con vos, yo ya no quiero nada.
Y esta vez toque fondo y no se como salir.
Y estoy acá, enredada en tu recuerdo que me está matando de a poquito.
Y cuando llega la noche a consumirme el alma yo le pido a mi estrella que te ilumine por si te dan las ganas de volver.
Dije basta para mi cuando me estaba lastimando, pero ese freno de golpe termino por desgarrarme el corazón.
Y si me fundo en lo que me quedo de tus abrazos se me cae una lagrima llena de sonrisas.
Este amor entro en jaque (el mío, claramente, porque el tuyo nunca existió) y lo supieron vencer, y ahí quedó, acodado en el borde del precipicio que lo hundió en dolor.





