No está.
No piensa.
No ríe.
Habla de ella en tercera persona mientras se esfuma entre pensamientos que no son suyos.
La noche y el insomnio le oprimen el alma y no la dejan descansar.
Se hunde en pesadillas que la dejan inmóvil en el más allá.
Se pierde en otros planetas, porque de este no sabe ya cómo escapar.
Quiere ser de los fuegos que encienden, sin miedo a aprender.
Vuelve la risa, vuelve la paz y el amor a su piel.
Se acuerda del mundo que sueña y todo lo que esta dispuesta a ser.
Contagia en sus ojos la llama, te invita a su juego para animarse a creer.
Anula aquellas voces sordas que no le permiten comprender.
Vuelve a su nido a escribir un mundo nuevo, ahora que todos los días vuelve a nacer.

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